Enfermera vocacional, madre de familia numerosa, artista plástica y escritora en formación continua… Pero, ante todo, MUJER. 

Mis circunstancias vitales no han sido fáciles y mi inmersión en el mundo del arte ha estado circunscrita a momentos de calma. Ahora es uno de ellos.  El dibujo, la pintura y la escritura son para mí un espacio zen donde refugiarme cuando el temporal arrecia. Me permiten evadirme, crear realidades alternativas, contar historias, conectar con mi yo más íntimo y, en definitiva, conocerme mejor. El tiempo fluye más lento cuando el arte está en mi vida. 

Apasionada de los haikus y de los relatos cortos, me encanta participar en certámenes como reto personal. Gracias a ellos, he colaborado en varias antologías de las que estoy especialmente orgullosa. Cada paso cuenta.

Actualmente, estudio un grado de arte en la universidad cuya línea, eminentemente práctica, me ofrece todas las herramientas que necesito para profundizar en aquello que me gusta. Estoy absolutamente convencida de que el talento no es lo único que forja artistas. Lo hace la constancia, la formación y la actitud. La actitud cuenta y mucho. Vemos un producto terminado e idealizamos el proceso, pero el talento y la inspiración se quedan en nada sin la constancia de una práctica regular alineada con los intereses personales. 

Puedo definirme como una artista cuasi autodidacta en un proceso de mejora constante. Sin embargo, no sería nada sin todas aquellas personas que han aportado positividad a mis días. Es obligado mostrarles mi gratitud por su presencia y por su ausencia. El silencio no siempre implica abandono. 

El 2022 está siendo un año de cambio. Un gran punto de inflexión para valorarme como persona y como mujer con todas las particularidades que ello conlleva. Ahora tengo los recursos, el tiempo y las ganas de cultivar mi mundo. Ahora me toca a mí. 

Me llamo Alicia Gutiérrez, nací el día 2 de febrero de 1976. Apasionada lectora desde la niñez, he participado en varios concursos de microrrelatos. De profesión, auxiliar de enfermería, aunque en la actualidad trabajo de agente vendedor de la ONCE. A la edad de 10 años participé en mi primer concurso infantil de relatos que se organizó en mi colegio, el C.P. Virgen del Pilar, y es desde entonces que me apasiona el mundo de las letras.

Me llamo Verónica Rey Fernández y nací en un pueblecito llamado Calambre en Tapia de Casariego, situado en el occidente de Asturias. Estudié Magisterio por Educación Primaria por vocación, así que desde que saqué mi plaza en el año 2019 tengo el privilegio de trabajar en lo que me gusta y me motiva. También soy Licenciada en Pedagogía, pero nunca trabajé en ese ámbito. 

Siempre me gustó juntar palabras, desde que era una adolescente y les escribía cartas a mis familiares y amigas o cuando simplemente me apetecía desahogarme sobre algún tema en particular. Hace cinco años que fui madre por primera vez, aunque por un revés de la vida mi hijo mayor falleció y fue ahí cuando me agarré mucho más a la escritura. Durante casi los dos primeros años de duelo la utilicé como terapia y me ayudó mucho en el proceso de aprender a vivir con esa ausencia. Escribir me alivia y reconforta a partes iguales, por eso desde hace unos meses retomé este hábito, aunque he de decir que nunca he tenido la oportunidad de publicar, por lo que mi escritura se ha quedado, por ahora, siempre en casa. 

Ana Egio Meseguer nació en Beniel (Murcia), el 4 de septiembre de 1979. Casada y madre de tres hijos, trabaja en una escuela infantil y desde siempre le ha atraído el mundo de la escritura. De hecho, ya ha escrito dos libros: Daviliko despierta, que narra una vivencia personal, por lo que ha preferido guardarse esta historia para sí misma y no saldrá a la venta; y, por otro lado, Sabrina y… esos, una novela romántica en la que continúa trabajando para que pronto pueda salir a la luz y ser publicada. Actualmente, además, se ha dedicado a presentar varios relatos y microrrelatos a diferentes certámenes literarios, llegando a ser finalista hasta en tres ocasiones.

Elena R. Nistal nace en Valladolid en 1978, siendo la cuarta de cinco hermanas. Trabajadora, entusiasta y apasionada, comienza a expresar sus sentimientos a través de la poesía que escribe para su familia.  Según va creciendo, sus poemas se hacen más íntimos y personales. Es, a raíz de la cuarentena, cuando decide iniciarse en la novela. 

Confiesa que escribe por impulsos. Cuando una idea le viene a la cabeza deja lo que está haciendo para darle forma. Ya puede estar cocinando, descansando o haciendo deporte. Es de esta forma como ha escrito la mayor parte de sus poemas. Su primera novela, Dueña de su destino, nace de igual manera. Y espera que esa inspiración le acompañe muchas novelas más.

Me llamo Luisa Daniela, soy malagueña y de etnia gitana. Mi pasión por la lectura y la escritura comenzó en la madurez; de pequeña creía que no me gustaba leer, pero como siempre digo, hay una llave en forma de libro que abre la biblioteca de cada corazón. 

Ingresé dos veces en la universidad en carreras diferentes, pero ninguna me llenaba y acabé abandonando. Eso me hizo replantear mi vida y ahora estoy en proceso de conocerme a mí misma y de encontrar todo aquello que me hace feliz.